Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://ianekvf218024.blogaritma.com/36559203/el-cabezazo-de-zidane-un-momento-que-quedó-en-la-historia